Ofrecen trabajos y no encuentran candidatos capacitados para cubrir las vacantes. La queja es recurrente en muchos empresarios en pospandemia que proviene, sobre todo, de las Pymes, que representan alrededor de las tres cuartas partes del empresariado.
La contradicción que no sólo se desencadenó en Argentina luego de dos años de confinamiento por el Covid-19, sino en todo el mundo occidental.
Las colas que se veían en la puerta de las empresas que pusieron avisos para reclutar personal contienen una parte de la explicación acerca de si los que salen a postularse por un trabajo están ocupados y buscan cambiar y/o si son desocupados o son subocupados.
Otra versión, no tan visible, la ofrecen los que envían sus CV´s a consultores, seleccionadoras y empresas que lanzan convocatorias para cubrir vacantes por los canales específicos de contratación.
Pero en estos tiempos apareció otra variante en la oferta y la demanda laboral que desconcierta a los clásicos analistas de datos: la del canje de planes sociales por empleo que se puso de moda en el discurso político.
El presidente de la CGERA y de la empresa de cierres Lynsa, Marcelo Fernández, la colocó en blanco sobre negro con el ejemplo que dio de su fábrica: quisieron incorporar a beneficiarios del programa Potenciar-Trabajo, de La Matanza, y brindarles capacitación para las vacantes que necesitaban cubrir. Y de 20 que llamaron se presentó sólo uno.
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¿Habrá sido porque se perdió la cultura del trabajo? ¿O que temen que al blanquearse les saquen el paquete de subsidios que reúnen los grupos familiares con la suma de planes que cobran? ¿O que ya se sienten fuera del sistema productivo y prefieren las changas?
Conexión Parques elaboró un informe emitido en el programa radial del jueves pasado y entrevistó a autoridades de Parques Industriales de todo el país y de empresas para encontrar respuestas.
Más allá de cualquier hipótesis, la preocupación en el plano laboral que tienen hoy las Pymes es conseguir mano de obra calificada al momento de intentar normalizar su actividad prepandémica.
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Es así como patinan las estadísticas de la producción y el trabajo si se retoma 2019 como punto de referencia. Tanto en el mundo en general como en Argentina en particular.
Saltear los casi dos años de confinamiento forzoso: 2020 y 2021, no se ajusta a lo sucedido puertas adentro de una empresa: el empleado calificado que se le fue en ese lapso difícilmente lo recupere ni tampoco se lo puede reemplazar fácilmente.
Sin hablar de las exigencias de conocimiento que plantea cualquier transformación digital que hayan implementado en este período los que pudieron hacerlo.
El diario El País de España publicó un informe sobre el mercado laboral, cuyo eje parece un juego de palabras: “Trabajadores sin trabajo y trabajo sin trabajadores”.
Contrasta que, por un lado, haya más de tres millones de desempleados que no consiguen encontrar un puesto de trabajo, siendo que, junto con Grecia, son los dos países con la mayor tasa de desocupación de Europa.
Y por otro lado, que las vacantes sin cubrir son más de 109.000, según los datos recopilados por Sepyme y Randstad del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
La estructura del empleo en España no difiere demasiado con la nuestra: el 70% se concentra en empresas de menos de 200 trabajadores.
En Argentina, en el cuarto trimestre de 2021 la tasa de desocupación fue de las más bajas de los últimos años, según medición del INDEC: 7%, si bien la de subocupación alcanza el 12,1% de la Población Económicamente Activa, que incluye a aquellas personas con una ocupación o que no la tienen pero la buscan activamente y están disponibles para trabajar.
Los desempleados llegan a 1.480.000 personas, una cifra que es apenas superior a los 1.038.813 que perciben el Programa Nacional de Inclusión Socioproductiva y Desarrollo Local Potenciar Trabajo, que unificó a los programas Hacemos Futuro y Salario Social Complementario en una única iniciativa, y los 58.000 que suma el de Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, entre 18 y 24 años de edad.
En 2019, el 33,4% de los hogares argentinos recibía algún tipo de beneficio social, según el último dato disponible del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Pandemia mediante, un dato significativo ha sido que entre el tercer y cuatro trimestre de 2021 se crearan 300.000 puestos de trabajo asalariados, de los cuales sólo 100.000 fueron “en blanco”, en un contexto nacional de una de las más bajas expectativas de nuevos puestos de trabajo.
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El director ejecutivo de la Fundación Observatorio PyME, Vicente N. Donato, reclamó la implementación simultánea de una política tributaria diferenciada por tamaño de empresa y advirtió que “hay que evitar una nueva ola de desaparición de empresas”.
La explicación es que el costo real del trabajo es mucho mayor en las empresas menores, porque los convenios colectivos sectoriales no son sensibles a las grandes diferencias de productividad entre los distintos tamaños de firmas.
Es la principal razón es que el 80% de la informalidad laboral se concentra en las empresas de menos de 10 ocupados y que también es débil la creación de empleo en este segmento empresarial, a diferencia que en todo el mundo, donde genera la mayor cantidad de puestos de trabajo.
Hay un puente entre el mundo de la ocupación efectiva y la precaria e informal que cobra cada vez mayor protagonismo como puerta de ingreso al mercado laboral formal: el empleo eventual.
No reemplaza al estable, sino que para las empresas actúa como un seguro con el pueden tener certeza sobre el costo completo del contrato.
Según un estudio realizado por la World Employment Confederation (WEC), existe una relación directa entre el Índice de eficiencia de un mercado laboral -elaborado por el Foro Mundial Económico- y la penetración de la actividad de personal eventual, que tiene un promedio global sobre la Población Económicamente Activa de 1,6%.
En Argentina, esa penetración es mucho más baja: tan sólo 0,30%. “Sólo a modo de referencia, España con una población parecida a la Argentina, tiene una tasa de penetración del 0,80%, es decir, 2,6 veces más. Esto equivale a darle trabajo registrado, inclusivo y de calidad a 650.000 al año”, indican desde CAPE.
En la Cámara de Agencias Privadas de Empleo (CAPE), que nuclea a diecisiete siete empresas que representan los diferentes sectores que gestionan la vinculación entre las empresas y los talentos (Randstat, Manpower, Navent, Adecco, Gi Group, Hidalgo, entre otras) con los intereses de empresas vinculadas al trabajo, se habla de impulsar el empleo formal, inclusivo y de calidad como objetivo principal.
Andrea Ávila, presidenta de la entidad, señaló que “el trabajo por agencia es una forma de empleo regulada y reconocida internacionalmente”. “Somos un sector que, por su mismo rol de intermediario, no sólo nos enfocamos en cumplir con las expectativas del sector empleador sino también de la protección social del sector trabajador”.
Luis Guastini, vicepresidente de CAPE, agregó: “Tenemos mucha experiencia e información para contribuir en el diseño del mundo del trabajo en los ejes: innovación, formación, inclusión, transparencia y articulación público-privada”. “Tenemos mucho para crecer y aportar al país”, “tal es el caso de las agencias privadas de empleo que han demostrado que son una herramienta que dinamiza el mercado laboral”
A nivel mundial, 50 millones de personas encuentran trabajo cada año a través del sector de servicios de empleo privado y 2,4 millones de especialistas en carrera y contratación trabajan a través de 160.000 agencias.