Mejoras previsionales a Pymes regionales y aportes no reembolsables y financiamiento a parques industriales y tecnológicos, aparecen como una luz al final del túnel de la cuarentena.
A toda velocidad el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y su secretario de Industria, Ariel Schale, elaboraron una agenda de estímulos para impulsar la producción y el empleo una vez que quede cerrada la negociación con los acreedores privados extranjeros por la deuda, posiblemente para fines de junio.
Está planteada desde lo funcional más que estructural, ya que prioriza desarrollar los entramados productivos integrados por cientos de pymes en todo el país, apoyada en 5 pilares, según les ha venido explicando el funcionario a los empresarios que se cruzan con él:
- los recursos naturales y sus cadenas (la agroindustria, Vaca Muerta y minería), pero planteada desde una posición más allá de la meramente extractiva, en la que se busca desarrollar los entramados productivos integrados por cientos de pymes en todo el país;
- el Green New Deal (pensando en energías renovables y en la electromovilidad);
- la economía del conocimiento e industria 4.0;
- industrias de la salud como la biofarma y el cannabis medicinal; y
- la modificación del sistema financiero para orientarlo a una banca de desarrollo para dar créditos productivos.
La ecuación es obvia. Si se empieza por aplicar subsidios a las empresas en el caso de la energía, por ejemplo, a la extracción de hidrocarburos, haría que Tecpetrol, Shell, la propia YPF y las grandes petroleras activen sus máquinas ociosas para aumentar el volumen de producción, pero se fragmentaria la cadena de valor que participa en logística y comercialización, interna y externa, compuesta en gran medida por Pymes.
El derrame que se propone el gobierno de Alberto Fernández no es desde el consumo hacia arriba, como lo planteaba inicialmente previo a la cuarentena, sino del desde el empresariado medio hacia las corporaciones.
Entre el confinamiento y el virtual default financiero, de hecho en los casi 7 meses de gestión, se viene concretando un ajuste, en términos reales, para los ingresos de la población activa y pasiva (jubilados y pensionados que exceden los mínimos), más una desactivación de paritarias, que políticamente fueron absorbidos por la pandemia y en parte atribuido a la herencia recibida del macrismo.
Normalización productiva
El nuevo punto de partida hacia el que marcha la economía pos Covid 19, una vez renegociada la deuda, llegaría antes que una eventual normalización de la actividad productiva, sobre todo que la del área metropolitana de Buenos Aires y en la provincia de Chaco.
Ante más de 600 empresarios que lo seguían en un zoom organizado por la Fundación Mediterránea, Kulfas aseguró que en 19 provincias del país el 80% de las actividades están habilitadas para funcionar.
Según los cálculos oficiales, sólo un tercio de la economía nacional quedará inmovilizada en una primera etapa de normalización en ciernes.
Las distintas realidades entre capital e interior obligan a las autoridades a anticipar medidas para estimular las economías regionales, como el restablecimiento de un mecanismo de compensación de aportes patronales, similar al implementó en 2001 mediante el decreto 814 y que fuera derogado en 2017.
Asimismo, está a punto de sanción un impulso al desarrollo de parques industriales y tecnológicos, mediante aportes no reembolsables y financiamiento a largo plazo para mejoras.
La puesta en marcha de los predios cerrados donde funcionan unidades productivas, muchas veces integradas entre sí, tiene la ventaja de ser inmediata, dado que los protocolos son aplicables y controlables en forma concentrada.
En primer término fueron incrementadas de las partidas para el Programa Nacional de Parques Industriales, lo que incluye la puesta en funcionamiento de un centro de producción de soluciones tecnológicas por $ 2.287 millones.
A propósito, la agencia oficial Télam informó el miércoles 17 de junio que una nueva norma reemplazará al vigente Decreto 915/2010.
Entre los puntos principales fuentes consignadas en el cable resaltaron “la conceptualización de una nueva política industrial de amplia cobertura territorial para fortalecimiento de las economías regionales”, para lo cual los parques tendrán “un papel central”.
El esquema de incentivos creado gira sobre dos ejes: uno con los ya existentes aportes no reintegrables cuyo monto por parque “se actualizará de 3 a 60 millones de pesos”, y el otro con la bonificación de tasas de interés para obras intramuros.
Además, incorpora las figuras de parques verdes y parques sustentables para “responder a las exigencias medioambientales y el cumplimiento de normas que ya se requieren en muchos mercados externos”, y a los cuales se entiende se podrá llegar de mejor manera con la producción nacional.
En este aspecto, señala el despacho de Télam, se destaca la vigencia de certificaciones medioambientales muy exigentes, en particular con la mirada en los mercados de la Unión Europea, lo que requerirá “incorporar a todas las plataformas productivas los instrumentos técnicos normativos y de certificación que permitan dar cuenta de las buenas practicas de la industria nacional”.
Uno de los puntos destacados es la creación del Observatorio de Parques Industriales, que permite incorporar otros actores para el desarrollo y otras instituciones del Estado.
Dentro de las medidas a implementar se encuentra una versión más blanda de los préstamos BICE, a tasa bonificada y garantía del Fondo de Garantías de Buenos Aires (FOGABA) que financiaban la radicación de Pymes en parques industriales durante el gobierno de Mauricio Macri.
Competitividad
Con la vista puesta en los próximos días, el ministro de Economía, Martín Guzmán, terminó por aceptar el bimonetarismo que rige de hecho y abrió una salida dolarizada a los inversores en bonos que reposicionan sus activos, a fin de poder conformar un mercado de capitales básico que financie los proyectos de producción y empleo que se presenten.
Una vez que arranque el plan económico necesitará de toda la artillería crediticia posible para asegurar continuidad y, en ese sentido, Kulfas ya aclaró que la política oficial no contempla antinomias entre mercado interno y exportación, ya que ser competitivas les asegura a las empresas sobrevivir en el plano interno o internacional.
De ahí que aceleradamente precisen implementar la transformación digital en los procesos productivos, aspecto en el cual los proveedores de informática y tecnología se vienen moviendo desde antes de la pandemia y en plena recesión agudizada a partir de mediados de 2019.
En plena cuarentena, la transformación digital irrumpió en el teletrabajo y exponencialmente en la Industria 4.0, y ratificó al empresariado Pyme que la revolución marcada por la aparición de nuevas tecnologías aplicadas a los principales procesos industriales incrementan la productividad y reducen los costos operativos.
El bichito de la modernización picó a la cuarta parte de las Pymes, sobre todo a las que integran las cadenas de valor más tecnologizadas, aunque en encuestas las tres cuartas partes viene declarando tener conciencia de la necesidad de hacerlo.
La incorporación del control automático ha sido un paso importante para los procesos de manufactura, industriales, navales, aeroespaciales, robótica, económicos, biológicos, etc.
Las soluciones tecnológicas subieron de nivel hacia la inteligencia artificial para aumentar el rendimiento y la velocidad de los equipos, de modo que el prisma de la industria 4.0 y la digitalización para un nuevo enfoque más eficiente y competitivo de los negocios a los efectos de alcanzar un desarrollo sustentable.
A simple vista del operador aparece el tiempo de actividad, la eficiencia energética y el estado de la máquina, sea cual fuere el dispositivo y lugar, y actuar proactiva y preventivamente.
Pero asimismo detecta anomalías, establece un diagnóstico temprano del servicio de todas las máquinas, soluciona cualquier desviación, mantiene optimizado el sistema y prolonga la vida útil del equipo.