Las condiciones de empleo ya no son las mismas, desde que regresó la presencialidad en los Parques Industriales y en las empresas radicadas en su interior, en su gran mayoría Pymes.
La aplicación de protocolos sanitarios y de proximidad física en los lugares de trabajo y en los espacios comunes de cada agrupamiento continúa envuelta en una serie de dudas que se intentan resolver sobre la marcha, a medida que se reprograman las tareas entre las modalidades presencial e híbrida, según sea que intervenga mano de obra directa o se manejen datos y relaciones.
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Para ubicar la estructura laboral dentro de un nuevo orden, la Cámara de Agencias Privadas de Empleo (CAPE), conformada por 17 empresas comprometidas con el desarrollo del talento, con la vinculación moderna entre oferta y demanda de empleo y la competitividad de las empresas, los trabajadores y el país, apeló a un esquema preparado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) en 2020, cuando el contexto económico se caracterizaba por una baja proximidad física.
En ese trabajo se consigna que el 86% del mercado laboral argentino trabajaba previo a la pandemia “relativamente cerca de otros” –por ejemplo, en una oficina compartida-, mientras que más de 2,3 millones de trabajadores (casi un 14%) lo hacen a un brazo de distancia o menos.
Además, detectaba que 2 de cada 10 personas ocupadas se desempeñan en contextos de mala ventilación o en espacios reducidos, y casi el 10% de los trabajadores argentinos están expuestos siempre o muchas veces a malas condiciones sanitarias en su lugar de trabajo.
Contabiliza que, sobre alrededor de 13,3 millones de ocupados, unos 2,3 millones trabajan bajo alguna una de estas dos condiciones.
Es entonces cuando aparece un elemento central del riesgo sanitario: aproximadamente 2 de cada 10 personas ocupadas que realizan sus tareas en el establecimiento, trabaja en contextos de mala ventilación o en espacios reducidos.
Esta medida de riesgo combinada tiene mayor incidencia (mayor a 20%) en sectores como transporte y almacenamiento, electricidad, gas y agua, enseñanza, salud, administración pública, y hoteles y restaurantes.
Asimismo, de los 12,5 millones de ocupados de los que se cuentan con datos, unos 1,1 millones (casi el 10%) están expuestos siempre o muchas veces a malas condiciones sanitarias en su lugar de trabajo.
El sector con mayor incidencia de este factor de riesgo es el de electricidad, gas y agua (46%), seguido de lejos por construcción (20%), enseñanza (19%), actividades agropecuarias y pesca (17%), transporte y almacenamiento (17%), administración pública (14%), minería (11%) y salud (10%).
Todo esto es en cuanto a los empleos que discurren bajo un mismo techo. Pero en el caso de los Parques Industriales se agrega la circulación externa de las personas y el flujo logístico, que implica que permanentemente haya ingresos y egresos de gente que transporta, descarga y carga las mercaderías.
El riesgo sanitario repite el que se da en el traslado hacia y desde el trabajo en función al medio de transporte utilizado.
Un 31% del total de trabajadores -esto es, unas 5,2 millones de personas– utiliza algún medio de transporte público para concurrir al trabajo.
Las ocupaciones asociadas a ramas de actividad de servicios utilizan intensivamente los medios de transporte público.
Si se suman los trabajadores que viajan en subte, tren, colectivo o combi para concurrir al trabajo, para el servicio doméstico y los servicios sociales y de salud se llega al 43% del total del sector, mientras que para la industria o la construcción, ese ratio es menor al 30%.
Empleos expuestos a malas condiciones