La planificación urbana encontraría en el Parque, según un erudito en desarrollo territorial como Fabio Quetglas, a un necesario ordenador.
Para ello, puntualiza, esa planificación urbana debe pensarse en términos de la siguiente pregunta: “¿de qué vamos a vivir nosotros dentro de 10 ó 20 años?”.
“El Parque ayuda al que realiza la planificación urbana a generar un espacio que cumpla con los requisitos para el buen desenvolvimiento de la actividad económica”, afirma.
“Al mismo tiempo-agrega- permite un desenvolvimiento del hábitat razonable”, explicó el diputado nacional que dirige las maestrías en UBA y UTN orientadas a ciudades y al Desarrollo Territorial”.
Lía Ghelfi lo entrevistó en el programa Conexión Parques Radio, por EcoMedios AM 1220.
En el marco del cuestionarío que iría desplegando, expuso el abanico que abarca el Parque en ese contexto de integración urbana : “Es empleo, política pública, desarrollo social, mantener a los jóvenes en su hábitat natural, es sustentabilidad…”
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Quetglas, quien antes de ser legislador era un experimentado organizador urbano, demandado por municipios del país y del exterior, sostiene que el ordenamiento pasa a ser una necesidad.
La relaciona con “aquellas ciudades donde la actividad industrial se entremezcla en la trama urbana, donde por ejemplo hay una fundición, que, en cierto momento, empieza a ser una fuente de conflicto”.
No es un caso generalizado en Argentina, aclara, donde “ciudades medianas o pequeñas no tienen una gran patología urbana. Las hay que son una perla en materia de diseño de organización”, aclara Quetglas.
Había definido Fabio Quetglas la que llamó relación virtuosa entre territorio, economía y política en su libro “Qué es el desarrollo local”, de la serie Claves para Todos, dirigida por el extinto José Nun.
Es con la planificación urbana que se reúnen todos esos factores con el mismo fin y a un solo efecto.
Al Parque Industrial lo inserta como “un capítulo de la política industrial, en cuanto a la formación de recursos humanos, presencia en ferias…”
Previno que “hay un montón de cosas, entre las cuales, una es disponer con suficiencia de suelo industrial y tener una estrategia de gestión de ese espacio industrial para mejorar la competitividad de las empresas, porque un Parque Industrial no es un aparcamiento de empresas”.
Quetglas subraya que en otros países se han podido constituir instrumentos públicos, se han puesto plazos, se han facilitado traslados en aras de una planificación urbana, lo cual, inclusive, se constituyó en una oportunidad de modernización .
“Si se logran poner en un mismo Parque, 8, 10 ó 12 empresas se puede constituir como bien público, introducir el tratamiento colectivo de las aguas, mejorar la competitividad de funcionamiento, transformarse en una referencia”, enumera.
Hasta podría llegar a ser una operación inmobiliaria extremadamente rentable para el 90% de las empresas localizarse en un Parque, por la diferencia entre lo que recibiría por “vender media hectárea urbana en Avellaneda y trasladarse a una localidad”.
Sin embargo, lo ve imposible para Argentina en la actualidad por la rigidez en el mercado del trabajo, por la inexistencia del largo plazo, por la falta de planificación urbana, entre otras cuestiones.
Aún así la prédica de Quetglas no cesa:
Destaca Quetglas que ahora en el país, a partir de la presencia en la universidad de Boloña, se cuenta con información más directa de los resultados que da radicarse en los Parques. Funciona un acuerdo que esa casa de estudios hizo con la Unión Industrial y Techínt para crear la Fundación Observatorio Pyme.
Los reportes que emite permiten anoticiarnos de que “el Parque Industrial no sólo es un lugar donde se radica la empresa, sino que, cuando hay crisis, la tasa de sobrevida dentro de los Parques es mayor, y cuando hay expansión, la tasa de crecimiento de los Parques es mayor”.
Y a medida que se produce una interacción más alta en el interior del Parque, se la puede medir por los niveles de facturación intra y extra, por lo que se consolidan las relaciones que hacen más sostenible a largo plazo a esas empresas: la tasa de innovación aumenta gracias a esa interacción, en un mundo en el que “la innovación es la que genera la rentabilidad”.
Quetglas enfatizó:
Indicó Quetglas asimismo que “los países que tienen más recorrido en esto cuentan con la propia certificación del Parque“.
Apeló al ejemplo europeo. “Es muy común que un producto que sale de un determinado Parque que tiene certificación, ya no precise certificar ninguna otra cosa”.
Es que “se da por descontado que las empresas que están ahí cumplen con determinados estándares”.
Ante una consulta de Alejandro Winokur, sostuvo que “muchas veces el Parque carga con una mochila injusta: que la gente diga que es sólo una operación inmobiliaria”.
A lo cual le agregó que “puede mejorar mucho la calidad de vida urbana, puede significar una atracción de inversiones, las que, si no, irían a otro lugar”.
Compara que “si uno va a los Parques Industriales de los países del primer mundo, por un montón de motivos, es como ir a Disney. Me parece que los Parques ultra sofisticados que hay en países del primer mundo precisan una condición ineludible, que es rentabilidad económica”, subrayó Quetglas en el transcurso de la entrevista.
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La clave es que “cuando en un Parque de un enorme porte tenés una macroeconomía que funciona y al 95% de las empresas les está yendo bien o muy bien, se las puede ir invitando a financiar la construcción de un conjunto de bienes públicos, que van desde la calidad de la conectividad hasta registros estadísticos, de intra Parques”.
En nuestro país eso no sucede. “Hay empresas asediadas fiscalmente, con angustia en términos de inestabilidad económica y sin una visión política de todo esto. A mí me parece que se impone que se dé la condición de sofisticación, porque al no ser así, nuestros Parques tienden a ser cada vez más una operación inmobiliaria”.
Y concluye en que en Argentina “ni los desarrolladores de suelo industrial. ni las empresas. están en una situación tan excedentaria como para poder pensar cosas más sofisticadas”. Y menos aún la planificación urbana encuentra cabida en la agenda cotidiana.
La entrevista completa textual a Fabio Quetglas
El diálogo que Fabio Quetglas mantuvo con Conexión Parques fue el siguiente:
CP: -¿Cómo describirías el rol de los Parques Industriales a la hora de una planificación territorial?
Quetglas: -El rol es fundamental, sobre todo en ciudades, a partir de un cierto porte urbano. A medida que las ciudades adquieren complejidad, la necesidad de distribuir ciertas actividades, sobre todo aquellas que tienen cierta especificidad como la industrial, en términos de requerimientos logísticos, el Parque le ayuda al planificador urbano a generar un espacio que cumpla con los requisitos para el buen desenvolvimiento de la actividad económica, al tiempo que permita un desenvolvimiento del hábitat razonable. Entonces, en aquellas ciudades donde la actividad industrial se entremezcla en la trama urbana, hay una fundición, que, en cierto momento, empieza a ser una fuente de conflicto. Si mañana un intendente de una ciudad que está creciendo planifica un Parque genera un espacio en la trama urbana para resignificar y recalificar la propia vida en la ciudad. Soy muy defensor en pensar a los Parques como una oportunidad de planificación.
CP: -¿Cómo se hace para ordenar cuando un Parque ya existe?
Quetglas: -Lamentablemente, ha conspirado contra eso la inestabilidad macro económica en la Argentina, porque la misma situación que hemos vivido en áreas metropolitanas la han vivido otros países, donde se han podido constituir instrumentos públicos, se han puesto plazos, se han facilitado traslados, etc., y ha sido, inclusive, una oportunidad de modernización. Si se logra poner en un mismo Parque, 8, 10 o 12 empresas, se puede constituir como bien público, el tratamiento colectivo de las aguas, mejorar la competitividad de funcionamiento, transformarse en una referencia, etc. Para el 90% de las empresas, el traslado al vender media hectárea en Avellaneda, y trasladarse a una localidad, puede ser una operación inmobiliaria extremadamente rentable, pero en Argentina eso es imposible por la rigidez en el mercado del trabajo, por la inexistencia del largo plazo, por la falta de planificación, etc. Es problemático por cuestiones instrumentales o de política económica en Argentina, pero es conceptualmente posible. De hecho, en Brasil se ha hecho en un montón de ciudades.
CP: -¿Qué diferencias ves, según tu experiencia en planificación y asesoramiento, en distintas ciudades de América respecto a Argentina?
Quetglas: -La Argentina actual, en materia de ordenamiento territorial, patrimonio industrial, organización industrial, etc., refleja un pasado que fue mejor que el presente. Las ciudades medianas o pequeñas de la Argentina no tienen grandes patologías urbanas. Tenemos ciudades que son una perla en materia de diseño de organización. Lamentablemente, habiendo, en este momento, una revolución en el orden territorial en todo el mundo, en formas de gestión, de incorporación de tecnología, Argentina, tiene, en los últimos 20/30 años, un atraso muy grande. Ese atraso está muy signado por la idea de pensar la planificación en abstracto., y no se piensa en términos de la pregunta “¿de qué vamos a vivir nosotros dentro de 10 o 20 años?” Porque planificar una ciudad no es nuestro en términos de la respuesta a esa pregunta. Las infraestructuras no son neutras. El Parque Industrial debería ser un capítulo de la política industrial en formación de recursos humanos, su presencia en ferias, etc. Hay un montón de cosas, entre las cuales, uno de esos capítulos, es disponer con suficiencia de suelo industrial y tener una estrategia de gestión de ese espacio industrial para mejorar la competitividad de las empresas, porque un Parque Industrial no es un aparcamiento de empresas; hay una dinámica relacional, mucho por hacer en el interior del Parque.
CP: –En los últimos años, las distintas gestiones a nivel nacional y provincial están siempre con los Parques Industriales en el título, ¿cómo ves esa continuidad desde tu lugar?
Quetglas: -Yo ahora soy un actor político, y nosotros siempre pensamos en la regulación determinista. En Argentina, según un aporte de la Fundación de Observatorio PyME, había una subreflexión sobre el valor de la red económica, de la aglomeración, etc. A partir de la presencia de Argentina en la universidad de Boloña, con toda su tradición académica y el acuerdo que hicieron con la Unión Industrial y Techínt para crear el observatorio, nos empezamos a noticiar con información nacional de que los Parques Industriales no son un lugar donde se ubica la empresa, sino que, cuando hay crisis, la tasa de sobrevida de las empresas de los parques es mayor, cuando hay expansión, la tasa de crecimiento de los Parques es mayor. A medida que en los Parques se produce una interacción al interior del Parque más alta, es decir, que se puede medir por los niveles de facturación intra y extra, se consolidan relaciones que hacen más sostenible a largo plazo a esas empresas, la tasa de innovación aumenta en la interacción que hay entre las empresas, en un mundo donde la innovación es la que genera la rentabilidad. Hay un montón de cosas, y debería el país tener una política para escalonar el incentivo y la obligatoriedad. Un Parque Industrial exitoso implica una política de suelo urbano, una política de servicio público. El problema es que la Argentina sigue teniendo un Estado que tiene respuestas fragmentadas. Se piensa que los Parques Industriales son un problema del ministro de Industria. La verdad es que esta idea de la autoridad corporativa del Estado es muy empobrecedora. Eso no da buenos resultados. Esto no es un problema de este gobierno, sino de cómo está configurado el Estado argentino. La mayoría de los Estados eran así hasta los años 60-80, pero las reformas del sector público de muchos países fueron haciendo que los Estados tengan una mirada más integradora, sean más inteligentes, etc. En esto Argentina viene muy atrasado.
Los países que tienen más recorrido en esto tienen la propia certificación de los Parques. En Europa, es muy común que un producto que sale de un determinado Parque que tiene certificación, ya no precisa certificar ninguna otra cosa. Porque se da por descontado que las empresas que están ahí cumplen con determinados estándares.
Muchas veces los Parques cargan con una mochila injusta, de que la gente diga que sólo es una operación inmobiliaria. Esa operación inmobiliaria puede mejorar mucho la calidad de vida urbana, puede significar una atracción de inversiones que, si no, irían a otro lugar. Es muy importante porque se le baja el precio. La Argentina ha tenido problemas de acceso en momentos expansivos de la economía.
CP: -¿Cuál debería ser el rol del mercado inmobiliario industrial o del desarrollista de Parques?
Quetglas: -Yo creo que esta es una liga en la que Argentina juega en el Nacional B. Si uno va a los Parques Industriales de los países del primer mundo, por un montón de motivos, es como ir a Disney. Me parece que los Parques ultra sofisticados que hay en países del primer mundo, precisan una condición ineludible que es rentabilidad económica. Cuando en un Parque de un enorme porte tenés una macroeconomía que funciona y que al 95% de las empresas les está yendo bien o muy bien, las podés ir invitando a financiar la construcción de un conjunto de bienes públicos, que van desde la calidad de la conectividad hasta registros estadísticos, de intra Parques, etc. Pero, hoy, hay empresas asediadas fiscalmente, con angustia en términos de inestabilidad económica, sin una visión política de esto. A mí me parece que la condición de sofisticación, si no, nuestros Parques tienden a ser cada vez más una operación inmobiliaria en la medida en que, ni los desarrolladores de suelo industrial ni las empresas, están en una situación tan excedentaria como para poder pensar cosas más sofisticadas.
CP: -¿Cuál es tu visión, tu opinión, sobre el cambio del ministro: la salida de Kulfas, el ingreso de Scioli, y cómo esto puede afectar a la producción y al desarrollo de los Parques Industriales?
Quetglas: – Tengo diferencias con Kulfas, una mirada distinta, pero nadie puede decir de él que, a lo largo de su vida académica no se haya preparado. Conoce la industria argentina, la cadena de valor, entiende cuáles son los factores necesarios para el buen desenvolvimiento de las empresas, etc. Contribuía con su saber hacer a un gobierno que, para mí, deja mucho que desear. Yo creo que Scioli aspira a volver a ser candidato, con todo lo bueno y malo que significa eso para el cargo. Lo bueno para la industria es que va a tratar de generar cosas que justifiquen la candidatura de él. Lo malo es que, una persona que quiere ser, no se va a meter en ningún tema controversial. Hay que entender que, para salir de donde estamos, hay que meternos en temas controversiales, desde lo fiscal hasta la regulación del mercado de trabajo, pasando por el tipo de relaciones comerciales que Argentina tiene. Él, por ejemplo, tiene bajo su órbita a minería. Un técnico como Kulfas, estaba tratando, dentro de las dificultades de Frente de Todos, impulsar el desarrollo minero, lo cual contrae una taza de controversia en Argentina. Yo estoy totalmente a favor de que Argentina tenga una expansión minera. Pero, un precandidato a Presidente, ¿lo va a seguir empujando? Entonces, hay un tema ahí. Yo creo que lo mejor para el gobierno hubiera sido reemplazar a Kulfas por alguien parecido a él. Por supuesto, que lo mejor de lo mejor, en mi opinión, era que no hubiera sido necesario que conozcamos un off, en el cual parece que hubo tráfico de influencias en favor de una empresa. Lo que yo digo es que un ministro técnico te da una serie de ventajas y desventajas, y lo mismo con un ministro político. Yo personalmente, tengo la peor opinión como administrador de Scioli. Es un señor que, en un momento determinado, se dio cuenta que su navegar por esas vaguedades le daba el 40% de los votos y pensaba que con eso ganaba. Sostuvo la administración de la principal provincia argentina navegando entre vaguedades, lo que me parece una defección en términos de la responsabilidad moral que tiene alguien que gobierna, que tiene que tomar decisiones, enfrentar conflictos, explicar cosas, etc. En su favor, no es el único.